Bien, llegó el momento, vamos a hablar de sexo.
Pero si hoy es el Día del Libro.
Ah, bueno, pues eso, vamos a hablar de libros ¿hay
diferencia?
Además, hoy recibe el Premio Cervantes, José Manuel
Caballero Bonald, gran poeta, gran escritor y buen conocedor del vino. Alguien
que me ayudó mucho a saber del tema cuando me ganaba la vida escribiendo sobre
ello (algo debisteis notar hace unos días ;)
Gran maridaje: lectura, vino… …sexo.
Sirenas, Gustav Klimt, 1899 |
Un libro bien escrito es excitante y adictivo.
Quien lo escribe: interesante y misterioso.
La mezcla, en las cantidades precisas, puro sexo. Porque el
sexo, señores míos, está todo en la mente.
Si no decidme por qué nunca olvidas la primera vez que te
enganchas y te conviertes en amante de los libros ya para siempre. Tanto que
llegas a repetir hasta perder la cuenta. Al menos yo no lo he olvidado.
Esa experiencia la tuve con Cien años de Soledad de Gabriel
García Márquez, no era mi primer libro pero si la primera vez que me quedaba
sin aliento y descubría lo que eran capaces de construir las palabras. No sé
las veces que lo he leído, ni en qué partes me he detenido con más deleite,
siempre encontrando nuevos matices.
¿Hablo de un libro? Hablo de algo más que un libro.
Hablo de experimentar, hablo de sentir.
¿Hablo de sexo? Hablo de algo más que sexo.
No soy capaz de conectar con alguien que no reconozca este
comienzo “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel
Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en la que su padre lo
llevó a conocer el hielo…” y que de ahí
no se haya dejado llevar a ese viaje por la imaginación hasta hacer de esa
experiencia algo “irrepetible desde siempre y para siempre”.
Después vinieron otros libros muy importantes también como
Las Olas de Virginia Wolf en el que me sumergí sin saber dónde me metía,
devorando sus páginas y del que salí totalmente alucinada. El flujo de conciencia de
sus protagonistas, el tener acceso a los pensamientos de los personajes, algo
imposible, de momento, en la vida real y el tratamiento que le dio la autora me
impresionaron tanto que me lo leí de seguido. Con el tiempo quise volver sobre
él, releerlo, y no pude, no lo entendí como aquella primera vez. Digamos que
fue libro de una noche.
El retrato de Dorian Gray, preciosa novela gótica de Oscar
Wilde donde el alma se materializa en un cuadro, reflejando en él la
perversión, el narcisismo, la culpa de Dorian en su búsqueda de la eterna
juventud y la belleza eterna. La vanidad sin medida que hoy reflejan esos rostros
mil veces operados que dejan de ser humanos y paradójicamente consiguen el
efecto contrario al buscado con una eterna expresión de horror.
Y llegamos a El amante de Lady Chatterley de D.H. Lawrence. Pedazo
de experiencia extracorpórea para alguien que estaba empezando… … en esto de la
lectura. Diré en mi defensa que había pocos libros de iniciación a la vida que
arrojaran luz sobre el tema y que las clases en el Instituto (rompedoras para
la época) no pasaban del uso instrumental de las herramientas. Así que, ahí
estaba yo, autodidacta, a la aventura del saber y con un clásico. Vale, de
acuerdo, lleno de tópicos: el marido aristócrata, pobrecito,
impedido, ella llena de vida e insatisfecha y en estas que aparece un guarda
bosques fornido y hecho un semental para ponerlo todo en su sitio. Qué más se
puede pedir. Después los ha habido mejores, buscad en las librerías, los hay
muy buenos sobre el tema, pero este fue el que me señaló el camino. Aquel verano
no pasé a mayores pero, eso sí, el pelo lo llevé lleno de flores.
Y, sí, hubo otros libros que fueron importantes entonces y ahora, pero así de forma mecánica me salen estos que aquí os menciono y que
me marcaron por algo. ¿Recordáis los vuestros?
Ahora está muy de moda decir que leer es sexy, expresión que
viene del inglés: reading is sexy y que a su vez deriva de la expresión
Smart is the new sexy.
Si, es verdad, cuando alguien lee y lo observamos completamente
abducido por la lectura se convierte en alguien muy apetecible. Nos lo
imaginamos con el mismo potencial de recreación y evocación que el libro que
sostiene. Al menos cuando abra la boca esperamos que así sea porque las
probabilidades de no defraudar aumentan con la lectura. Y, al fin y al cabo, lo
que nos seduce son las mentes.
Leer no es que sea sexy, leer es la clave.
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