No puede ser feliz quien entierra un
tesoro
No puede ser feliz quien envenena el agua
de su vida
Benjamín Prado
Damas y Caballeros con todos ustedes: El Hombre.
Aquí le tenemos en todo su esplendor, con su gran ego
dominando el mundo, arrasándolo quizá, pagado de sí mismo, orgulloso de su
poder, engreído, caprichoso e inmoral. Ciego. Para cuando quiera reaccionar a
su prepotencia y estupidez ya será tarde, estará sentado sobre un montón de
deshechos y escombros fruto de su gran codicia y su egoísmo. Cuando se dé cuenta de que ha ido en contra de sí mismo y se está ahogando en su ambición materialista
ya no le quedará a dónde echar mano.
Así que, en esas estamos, dándole vueltas e intentando
averiguar si este desmán tiene remedio, si tenemos remedio. Si a pesar de todo
y de lo terriblemente potente que es el dinero, que lo emponzoña todo, rompe la
belleza, rompe el amor, acaba con el Planeta. Si aun con todo eso, y lo que
deslumbra el poseer, podemos reaccionar y dar los pasos hacia un mundo mejor,
desembarazarnos de este ensimismamiento que tenemos en el que no vemos más allá
de nuestras narices y observarnos parte de un todo.
No sé, no lo tengo yo muy claro. Hay quien afirma que
es el mal de nuestro tiempo y que vivimos en un atolondramiento generalizado y
que esto va in crescendo. Y quien dice que esto nos viene de largo y que la
estupidez es consustancial al hombre
“La mayoría de hombres son idiotas. Esto también es sabido” San Agustín, Del libre albedrío
Que nos negamos a aceptar la verdad
“Aquel gentilhombre era una de esas inteligencias limitadas, cómodamente instalado entre una inofensiva nulidad todavía capaz de entender y una arrogante estupidez que se niega a aceptar o a conceder nada” Balzac, Las ilusiones perdidas
Que preferimos no hacer uso de lo que sabemos
“Pueden comprobarlo todos los días: cuando en una cena se reúnen cinco personas inteligentes y un imbécil, la conversación decae indefectiblemente al nivel del imbécil” Jean Amadou, Journal d’un bouffon
Y no contentos con esto nos damos palmaditas en la
espalda de lo bien que manejamos la situación
“Quien se siente satisfecho de su pensamiento, en el sentido de que no encuentra en él ningún fallo, es un estúpido, dejémosle tranquilo” Alain, Proppos
Supongo que arrojar un poco de luz sobre el tema y
dedicar unos minutos a reflexionar sobre ello puede ser de gran ayuda para
frenar el proceso.
Por eso os recomiendo Manifiesto contra la estupidez de
Antonio Real. Un libro de relatos en el que encontraréis diseccionado nuestro
mundo con ironía, inteligencia y humor, una mezcla irresistible, y ejemplos de
estupidez para dar y tomar, al parecer esto no tiene límites.
Me quedo con el remedio que
nos ofrece ya desde el prólogo para este mal que nos amenaza.
“Entre los fármacos más usados, según los doctores, están la lectura y el sentido del humor. Su administración habitual se ha demostrado eficaz. En lo que no se ponen de acuerdo es en su posología diaria. Pero, como coinciden en que en caso de ingestión masiva el único efecto secundario es la lucidez, recomiendan que se abuse de este medicamento"
Así lo haremos mientras vemos la manera de salir
airosos de esta.