A
poco que sigáis este blog con un poquito de atención sabréis que desde hace
años colaboro estrechamente con Amelia Galli, pintora siciliana, y cuyo enlace a
su obra acompaña siempre mis textos a través de su firma, Scipona, aquí a la
derecha.
Ya hice alguna mención a ella en Esas Casualidades.
Hace
años, cuando vivía en España, y nuestra colaboración era más intensa y diaria,
desarrollamos varios proyectos.
Una tarde Amelia me pidió que le escribiera un cuento corto para alguno de sus cuadros y colgarlo en su web española acompañando a su obra. Así es cómo nació Os pouquinhos polvos. Un relato corto centrado en el universo pictórico de Scipona cuyo epicentro es la sexualidad femenina, recreada en el lienzo siempre con un toque muy imaginativo y peculiar.
Una tarde Amelia me pidió que le escribiera un cuento corto para alguno de sus cuadros y colgarlo en su web española acompañando a su obra. Así es cómo nació Os pouquinhos polvos. Un relato corto centrado en el universo pictórico de Scipona cuyo epicentro es la sexualidad femenina, recreada en el lienzo siempre con un toque muy imaginativo y peculiar.
Se
me ha antojado regalároslo al comienzo del Verano.
Hoy además
con la ventaja de que desvelo algunas de las claves (no todas ;) que por entonces
solo adivinaron los muy cercanos y hoy descubriréis pinchando en las palabras
que las albergan.
Como habréis notado, el
título está en portugués porque daba más juego ;)
Os
pouquinhos polvos
Sentía
que estaba allí, le sentía acercarse lentamente a sus espaldas.
Nada
había dicho, ni siquiera nada había tocado pero detrás estaba él.
Ella
lo sabía y no le había visto.
A lo
lejos en la montaña el castillo recogía la última luz cuando ella lo abandonó
hace ya... ¿cuánto hace ya?... ¿dos horas?... ¿tres años?... Al atravesar el
foso pensó que sólo serían cinco minutos, 'cinco minutos, cinco minutos na vida', 'você no sabe quanto valen......'
'Con él, con él, con él...', martilleaba la canción en la cabeza, ... 'la vida es eterna...', mientras caminaba a su encuentro pisando el musgo y sintiendo como sus pies se hundían en él.
'Con él, con él, con él...', martilleaba la canción en la cabeza, ... 'la vida es eterna...', mientras caminaba a su encuentro pisando el musgo y sintiendo como sus pies se hundían en él.
La lluvia comenzó a resbalar por su pelo hacia su pecho adelantando el escalofrío del encuentro. 'con él, con él, con él...'
Lo
sabía. No le había visto. Pero él se acercaba.
Había
dicho 'la vida es lo que tú tocas'. Y ella soñó la vida. Los espacios fueron
invadidos de luz y fuego.
El agua alcanzó el suelo y las plantas crecieron
verticalmente.
Todo giraba en torno a su abrazo.
Una vez y otra condenada a volver sobre su
calor. Condenada a sentir la piel. Y la vida de un tirón dentro de un cálido
abrazo húmedo.
Los
minutos, las horas, ahora qué eran.
Lo
sabía. No le había visto aún.
Estaba
allí.
Detrás.
Su cuerpo se giró hacia él como un girasol se gira al Sol. Los ojos cerrados. Las manos extendidas. Y al roce de su tacto se sobresaltó el corazón con un incontrolado latido. Cada poro respiró su aroma. La piel se dilató.
Nada dijo. Nada podía decir.
La tierra paró su rumbo poseída por ese silencio en el mundo.
Tocó
su cuello, acarició sus labios, atrajo sus piernas enrollando y empapando su
cuerpo sobre sí.
Todos
los abrazos en uno, todos los besos en uno.
La vida convocada.
La vida convocada.
Sólo
eso.
Entre todo.
Entre todo.
Sólo eso, la embestida de su cuerpo, de sus besos, de su olor.
Por último de su
abrazo.
Irrespetuosos tentáculos que penetraban, invadían y vencían.
Y fue entonces, en el tiempo que tardó en decir ahora, cuando el cielo del paladar se hizo agua.
Y fue entonces, en el tiempo que tardó en decir ahora, cuando el cielo del paladar se hizo agua.