El amor ahuyenta el miedo y,
recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa;
también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y
sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del
hombre la humanidad misma.
Aldous Huxley
Menudo parón bloguero que me he marcado. He dejado este
espacio colgado de mis últimas palabras hablando sobre estupidez y otros desmanes
humanos, pero mis motivos he tenido y os los voy a contar:
Le he plantado cara al miedo, al propio y al ajeno, al
de la familia y al de los amigos, al aprendido y al heredado. Pero sobre todo le
planto cara al miedo que me querían imponer socialmente. Me lo voy a jugar todo
a una carta: yo misma. Así que queridos lectores, detractores, fans,
seguidores, compañeros, amigos, bienvenidos al año que viviré peligrosamente.
Me siento igual que Marisa Monte en esta canción con
la que he comenzado hoy, me siento libre como nunca antes lo he sido. Por
primera vez en todos estos años siento que estoy construyendo la vida que
siempre quise y en la que de repente todas las piezas encajan. A pesar del
riesgo y las deudas, a pesar del posible fracaso, a pesar de las renuncias, por primera vez
estoy donde quiero estar.
Y por qué os cuento esta experiencia tan personal
y privada.
Principalmente porque me estoy cruzando en este proceso con mucha
gente que se encuentra justo en ese punto: entre su zona de confort y ese salto
a la otra orilla donde se encuentra lo que busca, y sé de esa zozobra y ese
solivianto, sé de las dudas y de la pena que causa sentirse congelado en ese
impasse, sé de la soledad.
Hay quién dice que es un salto al vacío, yo no lo
creo. El vacío es la nada pero cuando te planteas algo así al otro lado
seguramente estés viendo un panorama más motivador y vital que en el que te
desenvuelves a diario.
Yo no aconsejaré nunca a nadie que salte, menuda
responsabilidad. Solo digo que solo hay una vida y el tiempo es implacable ¡qué
sinvivir! Habrá que vivirla para que en nuestro último día podamos coger una
copa y decir ¡Ole!
Pero bueno todo este revuelo viene porque me he
inventado The Circular Project Shop un espacio donde he reunido a otros
aventureros idealistas que con sus marcas de moda ética y sostenible aúnan su
proyecto personal con un compromiso social, ético y ecológico muy fuerte.
Ponerlo
en marcha está siendo enriquecedor y más fácil de lo que me pudo parecer a
priori. Será porque hay un ángel en todo esto, estoy convencida, o será porque
durante 60 años fue la mercería del señor Domingo y nos ha pasado el testigo de
un recuerdo en el barrio inmejorable. Ese karma se ha dejado notar desde el
primer día. Me siento en deuda con él.
The Circular Project Shop es otra alternativa de
consumo que llega a Madrid después de que al cabo de un año de sacar El Sinvivir me diera cuenta de que aún no existía aquí algo parecido. Un espacio donde la
información que recibe el consumidor del producto que se lleva a casa abarca
todos los aspectos, desde la fabricación y procedencia de la materia prima orgánica
libre de emisiones contaminantes, hasta quién ha sido quien lo ha hecho y en
qué condiciones. No me digáis que no es para emocionarse y empeñarse de por
vida y sacarlo adelante. Yo sí lo creo y pensando a ver dentro de un año dónde
me encontráis aquí estoy plantándole cara al miedo.
Una apuesta personal importante.
Un gran salto. Una
alegría.
Pero como leí hace unos días en El cajón de Gatsby voy
a hacer que merezca la pena porque no sé vivir de otra manera.
Continuaremos informando.